miércoles, 5 de enero de 2011

Confieso: Recién me di un baño de inmersión.
Sí, un gran derroche de recursos para un placer algo egoísta.


Un baño de inmersión requiere de una gran cantidad de energía para calentar los 350 litros de agua potable que luego de su uso serán mezclados con las aguas negras (materia fecal entre otras cosas) o sea que quedará completamente contaminada en las cloacas hasta que con suerte llegue a grandes plantas potabilizadoras, donde se usarán toneladas de cloro, para poder dejar al agua “segura” para un próximo consumo.
Bien con este cuadro está claro que es mejor bañarse rapidito en la ducha.

¿entonces cómo uno puede darse el gusto sin derrochar los recursos?
¿sería posible mantener ciertos placeres de vez en cuando sin causar un daño al medio ambiente?

Bueno veamos algunas opciones:

uPara calentar el agua:
na buena elección sería un colector solar (calefón solar)
este artefacto hace circular el agua por serpentinas o retículas de tuberías aisladas térmicamente que están expuestas al sol, de esta manera absorben los rayos infrarrojos para calentarse sin perder calor en un día de invierno (un pequeño efecto invernadero)

los sistemas más eficientes consiguen temperaturas de 50 grados en días nublados (más que suficiente para darse un baño caliente) y unos 90 en dias de sol. (como para cocinar unos spaguettis)
El costo de estos colectores solares se paga solo con el ahorro de dinero que significa tener uno de éstos en unos 2 años. Ademas es posible hacer uno mismo un colector solar.

Pasemos al derroche del agua.
El agua utilizada puede ser guardada en un tanque para luego utilizarse en el inodoro o para el riego de plantas (claro que no deberíamos bañarnos en inmersión todos los días)
O bien esa agua podría ser desechada junto con otras aguas grises para terminar en una planta fitodepuradora o pantano seco, que básicamente consiste en un montón de plantas que absorben contaminantes y liberan oxígeno en el agua sin necesidad de aditivos, el resultado de esto es agua pura como para volverse a utilizar.
Esto se puede aplicar tanto en viviendas como en ciudades.

Si hacemos menos mal las cosas, cada vez deberemos hacerlas menos. ¿Por qué no hacerlas bien?

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